Delincuencia trabajadora
Freddy Sánchez martes 13, Dic 2022Precios y desprecios
Freddy Sánchez
La economía subterránea (ocupada tradicionalmente por el ambulantaje), tiene un nuevo segmento que crece exponencialmente: La delincuencia organizada y delincuentes independientes.
Actividades ilícitas éstas últimas que aunque causen risa o pavor (porque ambas cosas son posibles), hay quienes las catalogan de una tarea laboral como cualquiera otra.
En cierta ocasión una señora expresó su indignación al comentar que a su sobrina le habían robado en un santiamén la computadora de su automóvil ante lo que externo. -Esos mendigos rateros deberían de trabajar-.
Y para su asombro alguien que la escuchó le dijo. –Esa es su forma de trabajo señora.
Vaya respuesta, aunque más allá de lo discutible de la consideración expuesta es evidente que en el fondo lo dicho sugiere con razón que la delincuencia es una especie de tarea laboral.
Porque, aun siendo ilegal conforme a las disposiciones vigentes en los códigos penales, el crimen está en constante crecimiento, desarrollo, sofisticación y acaparamiento de los espacios públicos, habiéndose constituido como un factor de equilibrio o desequilibrio de las actividades económicas formales.
Y que adicionalmente cuenta con millones de personas involucradas, contribuyendo a la circulación del dinero con lo que gastan, siendo generadores incluso de empleos formales, además de ser inversionistas y ahorradores bancarios, entre muchas otras cosas que puede atribuirse a la práctica diaria en la comisión de los delitos.
O sea que al igual que el ambulantaje en nuestro país, desde hace décadas, la delincuencia influye en la vida nacional, forma parte de ésta y, evidentemente, representa un medio de subsistencia para millones de personas en nuestro territorio.
No pocos sino muchos, (miles de delincuentes probablemente), quizás estén inscritos en los programas sociales pagados por el gobierno de Andrés Manuel con el dinero de los impuestos que todos pagan, pero independientemente de ello, lo que generan directamente para la economía familiar como lo hace el comercio en las calles y las ventas a domicilio de gente dedicada a esta actividad constituye una fuente del sustento que permite a sus beneficiarios sortear los gastos personales de cada día.
En lo concerniente al ambulantaje con todos sus bemoles es algo impensablemente suprimible en las actuales condiciones económicas nacionales.
Y qué decir entonces de la delincuencia organizada y la que ejercen por su cuenta quienes salen diariamente a las calles a “ganarse el pan”, aunque eso signifique poner en riesgo la vida de aquellos a los que roban o asaltan sin el menor escrúpulo al dejarlos a veces sin lo más elemental para comer ese día.
Acaso algo así se puede justificar, por supuesto que no, pero es evidente que los que delinquen no se conduelen de nadie por consideraciones morales haciendo lo que hacen en contra predominantemente de personas de medianos o escasos recursos que adinerados o de plano millonarios.
Bajo esta perspectiva, es de hacer mención que tristemente para México el actual y los últimos gobiernos en la era de la tecnocracia y la que representa la Cuarta Transformación, más que lejos se han quedado de adoptar un plan de acción que reduzca la economía subterránea, ( en constante aumento como si nada se hiciera para impedirlo, sino más bien alentarlo), dando lugar a la perpetuación del mercado informal y ahora también lo que algunos califican de la clase laboral de la delincuencia organizada y sus anexos.
Una verdadera desgracia para el bienestar nacional si consideramos que todos los que “trabajan” fuera de la formalidad consumen distintos servicios públicos, sin pagar impuestos, salvo el famoso IVA. Es de desear por lo mismo que realmente se adopten acciones institucionales que cambien la vida de los que son vistos como la delincuencia trabajadora.